El tomate aparte de ser riquísimo y de tener muchas posibilidades en la cocina, es una fuente importante de minerales como el potasio y el magnesio, de vitaminas B1, B2, B5 y por supuesto de C. Con escasa cantidad de calorías, es un fantástico aliado para luchar contra el envejecimiento.
Posee gran cantidad de licopeno, que es un pigmento vegetal que aporta el color rojo característico a los tomates, sandías y, en menor medida, a otras frutas y verduras. El contenido en licopeno aumenta con la maduración de los tomates y puede presentar grandes variaciones según la clase de tomate. El tomate pera contiene diez veces más que los de ensalada. También es más escaso en los tomates cultivados en invernadero, en cualquier estación, que en los tomates producidos al aire libre durante el verano, así como también el contenido de licopeno es menor en frutos que se recolectan verdes y maduran en almacén.
Las investigaciones confirman que la absorción intestinal del licopeno es mucho mejor (hasta 2,5 veces más) si se consume cuando se calienta en las salsas, en los guisos, que al natural o en zumo, debido a que el licopeno se absorbe mejor a través de las grasas y aceites por su liposolubilidad y a que, con temperaturas altas, se rompen las paredes celulares del fruto, que son las que dificultan la absorción del licopeno. El licopeno es el carotenoide predominante en la composición de los tejidos humanos, concentrándose especialmente en la próstata, lo que podría explicar su fuerte acción preventiva en la aparición de cáncer de próstata. ¡A consumir mucha salsa de tomate!
Según un experimento llevado a cabo con un grupo de 90 monjas, en el sur de Italia, con edades comprendidas entre los 77 y los 98 años, las que tenían índices mayores de licopeno en la sangre tenían una mayor agilidad a la hora de realizar todo tipo de actividades.
Consumido a cualquier hora, como más nos guste, es una delicia. Si nos hemos pasado con el alcohol un gazpacho antes de ir a dormir nos vendrá genial para paliar sus efectos tóxicos.