Permiso para salir

Por fin, nos van a permitir salir, ¡que ilusión!. Con todas las medidas de seguridad, por supuesto, se podrá andar, correr, tomar un poco el sol…todo ello sin olvidarnos de nuestra piel. Después de tantas semanas en casa, en las que la piel no ha estado expuesta al sol, debemos prepararla y protegerla. Aunque nos debemos proteger los 365 días del año, es momento de «no olvidarse de la protección solar».

Si queremos dar un plus a la piel, la nutricosmética nos ayudará a tener más defensas frente al sol. Es un complemento alimenticio, con una combinación de antioxidantes, betacarotenos, licopenos, vitamina D, vitamina C, vitamina E, Luteina, selenio, vitis vinifera, té verde, y polypodium leucotomos (extracto de helecho).Todo ello contribuye a la protección de las células de la piel frente al daño oxidativo. La piel se verá mucho más sana, radiante, y, ¡el bronceado lucirá fantástico!.

Hermita de San Antonio en Cangas de Onís

El confinamiento

El diccionario define confinamiento como:
0bligar a alguien a permanecer en un lugar o encerrarlo en él. Tiene que ser algo muy gordo, para que los gobiernos confinen a la gente en sus casas. Un enemigo tan invisible y silencioso como destructivo; un virus, nos está haciendo mucho daño y, lo más curioso, es que afecta a todo el planeta. Ya no recuerdo las cifras, son tantos muertos…tanto sufrimiento.

Y, mientras tanto, la tierra respira. La calidad del aire mejora hasta parámetros impensables, en los lugares en los que estamos confinados. Los animales andan libres, los ríos y los mares se limpian, mientras los humanos estamos en servicios mínimos. Tengo claro, que hemos hecho las cosas muy mal en nuestro afán por comerle terreno a los animales, destrozando el ecosistema. Ahora la naturaleza se abre paso, se está recuperando a marchas forzadas. La imagino muy aliviada pensando que, el mayor depredador está encerrado.

Ya pueden salir los niños

Ayer primer día de salida (con todas las precauciones), de los más pequeños de la casa.  ¡que emoción!. Lo primero que vi al salir a mi balcón, fue a una niña con su patinete saludando a todos, eufórica. ¡Uauu!.

Me daba la impresión, que habían sacado a la calle sus bicis y sus patinetes relucientes, era una sensación de… todo nuevo…todo a estrenar, como si hubieran estado preparándolos para el acontecimiento. Me recordaba el día de Reyes.

Nos están dando una lección con su capacidad de adaptación.

El balcón de Sandra

El balcón de Sandra, está contiguo al mío. Ambos dan a la calle San Pelayo, dónde el ambiente forma parte del decorado. A cualquier hora del día es, sin duda, la calle de Cangas de Onís por excelencia para pasear, comer bien y beber buena sidra en compañía; o sólo, ya que los asturianos son muy hospitalarios, amables, y, simpáticos. Por eso, ahora, con el confinamiento, resulta tan extraño verla vacía.

Sandra en su balcón, durante el confinamiento.

La calle vacía

Si me dicen hace unos meses que mi calle iba a estar vacía no me lo habría creído. Ni en un sueño podría imaginar la calle San Pelayo, sin las sidrerías y los pubs a todo gas. Sin el ambiente de los paseantes…sin la vida que se respiraba. Sin esa mezcla de acentos. Puedo decir sin temor a equivocarme que en el último año hemos atendido a gente de toda la península y de un montón de países como Australia, Israel, Holanda y, un largo etc.