Ahora que la intensidad del sol ya no nos afecta tanto, vamos a aprovechar el momento para acabar con esas manchitas, sin alterar el resto de la piel.

Exfoliar y exfoliar… unificar, alisar  e hidratar. Todo ello para dejar la piel como antes del verano, como mínimo… Eliminar las células muertas nos va a facilitar el posterior tratamiento, aparte de afinar la piel.

Cuando la piel ha estado expuesta a demasiadas agresiones solares, tabaco y alcohol sobre todo, la piel se engrosa, aparecen arrugas y manchas, se vuelve irregular, se apaga. ¿ Queremos una piel nueva? vamos a ello.

Por la noche, después de cenar nos lavarnos los dientes y nos limpiamos la cara, porque si esperamos al final de la noche ya tendrán que recogernos con pala… si disponemos de un tiempo para nosotros/as para una rutina de limpieza y exfoliación , cuando toque. Os voy a recomendar algo especial si queremos que vayan desapareciendo esas manchitas y esas irregularidades vamos a ayudar a la piel en su trabajo nocturno, de regeneración.

Os comento dos tratamientos según las irregularidades y las manchas de la piel:

COMFORT PEEL crema renovadora suave, formulada con 5% de hidroxiácidos de nueva generación para una eficacia de alta tolerancia, incluso para las pieles más sensibles. Llevamos ya bastante tiempo recomendándola y los óptimos resultados se ven desde la segunda semana (comprobado). Están enriquecidas con urea, hidratante de referencia para una óptima tolerancia que nos proporcionará una tez más unificada, lisa y luminosa día tras día.

HIGH PEEL activa la renovación celular, concentrada al 10 % en hidroxiácidos de nueva generación de alta tolerancia, peeling intensivo.

Según el tipo de piel aplicaremos una u otra. Si tenemos la piel sensible, podemos empezar aplicando un día sí y un día no.

Cuando ya haya pasado alrededor de un mes podremos aplicar una despigmentante después, encima de las manchitas.

Después de disfrutar del sol, de todos sus beneficios y ventajas, toca evaluar los daños colaterales. La acumulación de exposiciones al sol deja huella en la piel, poca o mucha, dependiendo de las precauciones tomadas. No olvidemos que la piel tiene memoria y tarde o temprano, las manchitas aparecen en las zonas más expuestas: cara, cuello, escote y manos. Y además veremos que las que ya teníamos tienen más color. Da igual de que tipo sean.

• Las que aparecen con los cambios hormonales (melasma)
• Las que son de los años que llevamos en el planeta ( léntigos).
• Las que salen por usar perfumes con alcohol.
• Las que  aparecen por tomar medicamentos fotosensibles o por depilarse con cera.

Cuanto antes empecemos a luchar contra ellas más eficaz será el tratamiento.

Según las estadísticas, a nivel europeo, una de cada tres mujeres mayores de 40 años tiene hiperpigmentación. Este porcentaje asciende hasta el 90% en mujeres de más de cincuenta años.

Lo primero y, aunque el sol tenga menos fuerza, debemos darnos todas las mañanas un solar (SPF 30 o 50+) encima de la hidratante. Esta rutina es para todo el año y, a ser posible, a la noche usaremos una despigmentante que vaya rebajando la melanina acumulada. La constancia es la madre de la eficacia, no existen milagros y los resultados no son instantáneos por lo que hay que tomárselo en serio.

Una vez a la semana recurriremos a un gran aliado, la exfoliacción. Eliminar las células muertas facilita el tratamiento y afina la piel.

Esta exfoliante de Lierac con Arcilla blanca, extractos de flores de malva, bolitas de jojoba y extracto de flor de lino, es un placer para todos los tipos de piel, incluso las más sensibles.

Si tenemos piel grasa o ligeramente grasa y necesita más limpieza, la aplicaremos dos veces a la semana.

Una piel limpia es una piel bonita, pero además estaremos facilitando el siguiente paso: la despigmentación.

Estamos llegando al final del verano. En este tiempo parece que todo vuelve a empezar. Retomamos nuestras rutinas, trazamos nuevos planes y buenos propósitos, en definitiva, comienza un nuevo curso.

Mi tiempo favorito es este, me encantan estos días en que el sol es más suave, se percibe otro color, otro olor. Veo todo con optimismo, con ilusión.

La naturaleza está tranquila dando frutos fantásticos que nos ayudan a cuidarnos, a practicar hábitos saludables que repercuten en nuestra buena salud para retrasar nuestro envejecimiento, en definitiva, más bienestar.

También nos facilita el ejercicio,¡ahora los paseos son tan agradables!.

Según vamos cumpliendo años el cuerpo va modificando sus necesidades, ya no necesita tanto combustible, reducir las cantidades de alimentos, sobre todo los que tengan más calorías.Comer menos cantidad y más veces, productos de temporada, que ahora hay en cantidad y calidad, y…¡ moverse !.

La piel es el espejo de lo que hemos vivido y como lo hemos vivido. La exposición al sol, los hábitos alimenticios poco correctos, el tabaco, el alcohol, la disminución de la producción de estrógenos, como gestionamos el estrés, los cambios de peso, la expresión diaria e incluso nuestra postura al dormir … todo hace que envejezcamos mal o antes de tiempo.

A medida que pasan los años, la piel cambia y va envejeciendo, pero cómo lo haga depende mucho de nosotros. Cuidarse desde joven, mostrará los resultados de mayor. Si somos constantes con una rutina sana la piel estará más flexible, firme y, por supuesto, sin manchas.

A lo largo de todos estos años detrás del mostrador, observo que quien se ha cuidado está recogiendo lo sembrado, frente a personas que tienen la piel mucho más envejecida ya que no se han preocupado nunca de cuidarla y, aparte de vérsela flácida y deshidratada, notan falta de confort.

Una piel deshidratada no tiene buen aspecto, tengamos la edad que tengamos, pero si ya hemos cumplido los 50 el problema se agrava con la caída de producción de hormonas. Los estrógenos, encargados de transmitir señales estimulantes a las células, bajan su producción con lo cual la piel se modifica. Vemos un rostro frágil, deshidratado y desnutrido. En la dermis disminuyen las fibras de sostén y la cantidad de ácido hialurónico (que hidrata, a tope).

Pero no nos rindamos, la cosmética puede hacer mucho y lo sabemos.

Después de todos estos años en la farmacia, no tengo ninguna duda.

Me acuerdo muy a menudo de mi padre. El recuerdo más gráfico de cuando era muy pequeña era verlo trabajar en su banco de ebanista, lleno de herramientas, que para mí eran tan intocables como interesantes. Incluso a veces iba con mi vasito de leche a decirle buenas noches antes de irme a la cama, y me quedaba con el olor a madera y barniz. En esa época me parecía un hombre alto, guapo y un poco flaco, que no dejaba ni de trabajar ni de fumar. Siempre tenía un cigarro en la boca. Recuerdo  en las mañanas de invierno su voz despertándome para ir al colegio que se mezclaba con el sonido de la leña ardiendo en la chimenea recién encendida. Mi habitación estaba encima de la cocina y la chimenea pasaba al lado de mi cama.

Ya, de más mayor, cuando traía mis notas, recuerdo su cara sonriente, no decía nada, seguía cavando la tierra, sólo sonreía.

Ya jubilado disfrutaba con su huerta rodeada de rosales, gladiolos, hortensias… de los periódicos diarios y de su café, de su partida en el centro de mayores y de su trabajo con la madera.

Cuando venía a cuidar de su nieta, si estaba enferma o no había colegio, ¡el susto que se llevaba si no la encontraba en su cama! (la niña se venia a la mía si se sentía mal).