Si me dicen hace unos meses que mi calle iba a estar vacía no me lo habría creído. Ni en un sueño podría imaginar la calle San Pelayo, sin las sidrerías y los pubs a todo gas. Sin el ambiente de los paseantes…sin la vida que se respiraba. Sin esa mezcla de acentos. Puedo decir sin temor a equivocarme que en el último año hemos atendido a gente de toda la península y de un montón de países como Australia, Israel, Holanda y, un largo etc.
